—Barbie, ¿por qué trabajas como modelo de webcam?
—Amor, primero, porque en Colombia es muy difícil que le den trabajo a una chica transexual. O eres peluquera, puta o webcam. Obviamente yo prefiero ser una webcam –responde Barbie con voz afeminada.
A los 9 años, Barbie no se llamaba Barbie, su nombre era Marcos. Vivía en Estados Unidos y cuando vio por primera vez una Barbie en la televisión se enamoró de ella.
—Siempre me llamó mucho la atención la figura de una muñeca femenina y bonita. Le quise hacer honor a eso, y cuando inicié mi proceso de transformación me puse Barbie. Después empecé a tomar hormonas y mi cuerpo empezó a cambiar –confiesa.
Con más de cinco años trabajando como modelo en chats web sexuales, Barbie, de 25 años, ya es toda una experta en el oficio. No solo se desenvuelve con soltura frente a las webcams, sino que ya se sabe de memoria todos los trucos que hay que emplear para atraer a sus clientes. La mayoría de ellos norteamericanos, alemanes y canadienses con nicks tan grandilocuentes como: amolapija, zorrovergon, dickman y sexboom.
—¿Cómo describirías a tus clientes?
—Yo los describiría como pequeños ratoncitos curiosos que en su tiempo libre quieren una buena masturbada. Y cuando digo una buena masturbada no me refiero a jalársela mientras ven porno y se vienen. ¡No!, lo que ellos quieren es tener el control y mandarnos a hacer cosas.
Lo que quieren los usuarios de estos chats sexuales en línea como Livejasmin, ImLive, Streamate, Cam4 y MyFreeCams –por mencionar algunos de los más conocidos–, es interactuar con otras personas. Hablar y que una modelo les responda de manera cariñosa. Tener la ilusión de que mientras ellos se masturban una mujer se retuerce de placer imaginando que el vibrador que se introduce en el culo, es la verga que ellos agitan en su mano. Porque para los usuarios no hay nada más excitante que imaginar que una desconocida goza igual que ellos frotándose sus genitales en un coito a distancia. No importa si al final muchos terminan eyaculando sobre el teclado de sus computadores y no sobre las suaves carnes de un cuerpo que jadea de placer.
—¿Alguna vez te has excitado con algún cliente? –le pregunto.
—Obvio amor, claro que me ha pasado. Pero la idea no es venirse porque si me vengo antes de tiempo el man se da cuenta y se va. Pero sí me ha pasado que a veces una se sobre emociona, se viene y pierde.
Hoy Barbie me ha invitado a verla trabajar. El estudio –como se le conoce a este tipo de negocios dedicados al sexo virtual– queda en el centro de Medellín en un edificio de fachada descolorida del barrio Maracaibo. De pronto, Barbie aparece por la puerta y me dice «hola» agitando la mano alegremente. Lleva una minifalda, tacones altos que estilizan aún más su ya figura delgada, unos lentes de contacto de color rojo y la piel, sorprendentemente pálida, llena de tatuajes. De todas sus marcas hay una que me llama la atención. Es la palabra bitch –»perra» en español– que tiene tatuada en su pierna izquierda.
—Mi estilo es muy suicide girl. Una nena muy tatuada y femenina –dice Barbie con acento paisa.
Cruzamos la puerta del edificio. Subimos hasta el quinto piso por un ascensor viejo y destartalado. Hay estudios inmaculados que parecen santuarios dedicados al sexo. Con olor a lavanda y aire acondicionado. Habitaciones personalizadas para cada modelo. Aseadoras que cada tanto pasan el trapero por un piso reluciente. Pero este no es el caso. Este estudio parece, más bien, el apartamento de un grupo de estudiantes dementes que han dejado que el mugre se acumule y el olor a rancio se apodere del ambiente. La sala es amplia, sucia y con pocos muebles. Al fondo hay un balcón que da a la calle donde dos jóvenes en bóxer cuelgan su ropa recién lavada en un improvisado cordel. Sigo a Barbie por un corredor con varias puertas a ambos lados. Una de ellas está entreabierta. Me acerco y veo a una tranie –así es como ellas se refieren a sí mismas– en tanga y ligueros sentada en un sofá fucsia coreando una canción de reguetón mientras sostiene un dildo en la mano. En otra habitación veo a través de una ranura a una transexual embistiendo a otra usando un arnés con una verga de plástico. La que está en cuatro tiene las manos cubiertas con unos guantes de lavar platos. A medida que me adentro en el estudio tengo la sensación de haber comprado un boleto de entrada al set de una película porno, y tener el privilegio de ser un espectador de lujo.
Aprovecho y le pregunto a Barbie cuántas modelos trabajan en este estudio. Barbie me dice que en total son 9 entre internas y externas.
—Internas está la Natalia, la Valeria, la Melody, la Dayana, la Lola y yo mi amor. Y externas hay un chico que trabaja en pareja con otra tranie, y son súper arrechos. Y por la noche llega una pareja de lesbianas. Ah y también hay una niña, una mujer normal.
Algunas de las internas son transexuales que han huido de sus casas y han venido a parar a este lugar. En el que deben trabajar al menos cinco horas al día para ganarse un techo, algo de dinero y comida. El pago de Barbie y de todas las modelos se da en función de las horas emitidas y de los internautas que logren atrapar.
El apartamento es grande. Tan grande que un desconocido podría perderse con facilidad en este laberinto de habitaciones. En total son ocho cuartos. Tres funcionan como viviendas y las otras cinco habitaciones están divididas en pequeños cubículos en donde solo hay espacio para un sofá y una mesa en la que apoyan el computador. Estos espacios están separados entre sí por una cortina que, por lo general, es de color rojo o fucsia.
—¿Cuáles son las reglas en el estudio?, le pregunto.
—Las reglas son básicamente cuidar los equipos. Si se te daña un equipo, paila, te multan. Si haces algo malo en la página también te multan.
—¿Qué cosas no puedes hacer en una página?
—Las páginas te regañan por ciertas cosas. Si una llega ebria, si hace show. Con show me refiero a hacer escándalo ebria o bajo los efectos de alguna droga. Si le das tus datos personales a los clientes. Los de LiveJasmin –que es una suerte de vitrina virtual donde puedes encontrar gordas de 140 kilos, jovencitas de carnes firmes, mujeres de curvas perfectas y tetas siliconadas, gays, lesbianas, parejas homosexuales, parejas heterosexuales y, por supuesto, transexuales–vigilan todo pero Edwin, el dueño del estudio, no le pone mucho cuidado a eso. Él nos pide que no hagamos escándalo y no lleguemos borrachas porque por eso sí nos regañan.
Edwin es un aspirante a actor de unos 35 años que encontró mejor suerte en el negocio de las webcams que presentándose a pruebas de casting. Varias modelos se refieren a él como: «Otra chica más de la casa».
De pronto, Barbie se detiene frente a una puerta. Adentro hay tres camarotes alineados y seis colchones. Sentada, en uno de los camarotes, una tranie con una toalla en la cabeza se maquilla sosteniendo un espejo en la mano. Aquí –me cuenta Barbie –duerme ella y otras cuatros modelos.
—¿Qué tal es la convivencia?
—La verdad de todos los estudios en los que he estado acá el ambiente me parece muy bueno.
—¿En cuántos estudios has trabajado?
—Como en cuatro estudios. Cuando llegué de Estados Unidos trabajé en un estudio en Cali. Luego me fuí a Medellín y aquí he trabajado en unos tres, contando donde estoy ahora.
—¿Has tenido algún problema en algunos de esos otros estudios?
—Amor, en este gremio hay mucha envidia. A mí me ha pasado que otras travestis se me meten al chat con un nick falso para hacerme sentir mal y amenazarme y escribirme groserías. Más que todo eso.
Barbie se sienta sobre un catre con las piernas abiertas. Saca una maleta de debajo de la cama y me pide que la acompañe a su lugar de trabajo. Camino tras ella hasta la sala. Allí abre una puerta y me presenta su cubículo. Es una habitación pequeña en la que solo hay lugar para un computador y un catre con un colchón sin sábanas. Barbie saca de su maleta un tendido de Las Chicas Superpoderosas y tiende el colchón. Luego coloca un bolso y varias muñecas alrededor de la cama. A sus pies pone una crema lubricante, un dildo y un tarro de poper. Solo faltan los afiches de «Maroon 5» en las paredes para que aquella improvisada habitación parezca el cuarto de una adolescente promedio.
Le pregunto por el poper.
—Amor, ese tarrito ya no tiene poper de verdad, lo tengo porque los clientes lo piden. También tengo coquitas para orinar. A mí no me molesta hacerlo. Además yo soy muy aseada. Siempre cuando termino, lavo la coca. Y solo me meto los dedos o el dildo.
—¿Te has drogado durante las transmisiones?
Durante la transmisiones no, pero sí me trabo antes.
A continuación, Barbie me pide que la espere unos minutos mientras va al baño. Quince minutos después regresa vestida tan solo con una tanga y un sostén de color rosa. En este negocio para provocar erecciones hay que llevar lo mínimo posible de ropa. Mientras ella termina de peinarse, aprovecho para lanzarle otra pregunta:
—¿Qué debe tener una tranie para que le vaya bien en este negocio?
—Amor, lo que más importa es la actitud. Es lo que más vale. Conozco tranies que no tienen tetas y no son bonitas pero ganan muchas más plata que otras que son lindas y están bien entetadas. Y todo por la actitud que le meten.
Son las dos de la tarde de un día de semana. Barbie, sentada en un borde de la cama enciende el computador. Conecta su cámara y se registra en Livejasmin y IamLive. Dos de los miles de chats eróticos que se usan en este negocio, y unos de los que mayor flujo de visitantes atrae.
Según Alexa, una página web que provee información acerca de la cantidad de visitas que recibe un sitio web y los clasifica en un ranking, Livejasmin es la página de videochats eróticos que mayor flujo de visitantes tiene de todo el mercado. El segundo puesto se lo lleva Flirt4free, y por último, el podio lo completa, Cam4.
—A mí me va muy bien en ImLive. La Livejasmin se ha vuelto muy jarta con tantas reglas. Por ejemplo, ellos piden que las fotos que subas a tu perfil tienen que ser tomadas por un fotógrafo profesional. Es decir, no puedes subir cualquier foto. También te obligan a que tu room esté decorado de cierta manera y sino les gusta como lo tienes decorado, te perjudican poniendo un aviso de que «tu video y audio es de mala calidad». Ellos quieren que todas las modelos sean iguales. También te prohíben que te salgas del área de la cámara mientras estás en línea. Ósea, si una está trasmitiendo tiene que estar ahí todo el tiempo. No puedes ni ir al baño. Y si ven que una persona que no está registrada en la cuenta desde la que uno está trasmitiendo aparece frente a la cámara, te suspenden la cuenta. Te quitan el privilegio de conectarte durante 24 horas, entonces a una le toca pedirles disculpas en soporte en línea. Son muy estrictos. Ellos joden por todo y además allí casi no me llega gente. Solo me llega un maridito. Una le dice maridito a un cliente que es leal y vuelve a visitarlo a uno.
Visto desde afuera el trabajo de Barbie parece un trabajo como cualquier otro. Tiene un jefe, un horario y una oficina. Solo que a diferencia de una oficinista corriente, a Barbie le pagan por cumplir las fantasías sexuales que le pidan los clientes que se conectan a internet.
—Barbie, ¿alguna vez te has enamorado de algún maridito?
—No, enamorado, no. Pero si ha habido mariditos que se meten a cada ratico y los tengo en el Facebook y nos hablamos por ahí.
Un cliente se convierte en «maridito» cuando se reporta a diario. Muchos de estos hombres ven como su vida se cae a pedazos cuando las modelos se van de vacaciones y dejan de conectarse por un tiempo. Han generado tal dependencia a verlas a diario que la ausencia de su modelo es como la abstinencia de un adicto. Con el tiempo muchos de estos «mariditos» se convierten en auténticos dispensadores de dinero. Mecenas virtuales que son capaces de viajar largas distancias para conocer en persona a sus amantes cibernéticos.
—¿Algún cliente te ha prometido algo?
—Uy, sí, siempre. Ellos te dicen: «Voy a estar en Colombia la semana que viene». Y averiguan la ciudad dónde uno está, y el hotel más famosito como para impresionarla a una. Son muy payasos. Pero no todos son así. Yo tengo un amigo, la Brillo, que se consiguió un marido de verdad. Lo conoció por una página. La Brillo se arriesgó a darle sus datos personales y el maridito empezó a mandarle plata por Western Union. Ahí una sabe que el man es prometedor. Entonces una lo sigue probando y si el man sigue mandando plata, ya se convierte en maridito. El maridito de mi amigo efectivamente vino a Medellín y le trajo su iPhone a la Brillo y todo. Se lo quiere llevar. Yo le dije que le haga, ¿qué se va a quedar acá?
El día de hoy mi trabajo de reportería se reduce a observar a Barbie en acción. Su primer cliente entra a las 2:05 p.m. y lo primero que hace Barbie es pedirle que vayan al privado.
Jillakilladi5009: hi bb.
Jillakilladi5009: you look like a pornstar.
Feminine420: hi.
Feminine420: love you smile.
Djsbaa1223: como tienes ese pipi amor?
Esta sala es gratuita, cualquiera con solo registrar sus datos puede entrar y hablar con una modelo. Sin embargo, aquí el tiempo es limitado. En esta fase de no pago Barbie emplea todos sus encantos para convencer a sus clientes de que ingresen a una sala privada. Una vez allí el cliente tiene no solo toda la atención de la modelo sino el derecho de pedir lo que sea. Es una suerte de paraíso virtual donde todas las fantasías sexuales son posibles. No hay restricciones, bueno quizá el único limite es el cupo de tu tarjeta de crédito.
—¿Cómo atraes a tus clientes?
—Amor, muy sencillo. Poniendo las canciones que más me gustan y bailándolas resexy. Cada modelo tiene su estilo de música. Por ejemplo a Valeria, la que se hace detrás mío, le gusta mucho «Plan B» y reguetón. Con eso ella atrae a sus clientes. Yo me pongo a escuchar mi música en inglés y a cantar. Así los pesco.
Paréntesis. Valeria es la tranie que más dinero gana en el estudio. Su éxito se debe en gran medida al tamaño de su pene. Según Barbie la verga de Valeria es tan larga que ella misma puede hacerse un oral sin esfuerzo. Basta con que se siente en una silla y se agache un poco hacia adelante, curvando su espalda, y ya puede tocar la punta con la lengua. En el mundo de las webcams una tranie superdotada es como un delantero con una zurda prodigiosa: tiene el éxito asegurado.
Ahora Barbie baila con sensualidad mientras canturrea un estribillo empalagoso. Es «habits» de la cantante suecaTove Lo.
Duro1223: haces shows sucios?
Polaco: mostre o seu pau.
Duro1223: orinas y cagas?
Polaco: coloque sua boquinha bem pertinho vou beijar.
Barbie me dice que se puede ganar un millón doscientos mensuales trabajando medio día. Aprovecho y le pregunto que cuánto dinero se puede hacer en un buen día de trabajo. Ella me cuenta que si tiene suerte y le cae uno de esos privados largos se puede hacer 90 dólares en un par de horas.
—¿Y en un mal día de trabajo?
—En un mal día de trabajo uno se hace más o menos 10 dólares.
—¿Alguna vez te ha sucedido que no te cae ni un solo cliente?
—Ay, no. Yo gracias a Dios nunca he sufrido eso. No te miento que en un mal día me hago aunque sea 10 dólares. Pero hay gente que sí. Hay gente con actitud negativa y trasmite eso y nadie les quiere caer. Gracias a Dios ese no es mi caso.
El sistema de pago es muy sencillo: los clientes compran a través de la página en Internet los minutos que quieran con su tarjeta de crédito. Una vez han realizado este paso ellos deciden con qué modelo desean gastarse sus minutos. Cada minuto que pasen con la modelo les costará 1.99 dólares (cerca a $5.000 pesos). La página se queda con el 65% de ese dinero, el 35% restante va para la chica. Sin embargo, a esta cifra hay que restarle otro porcentaje, que es el que cobra el dueño del estudio por la vivienda y el mantenimiento de equipos.
—Yo me hago unos 600 mil pesos quincenales, pero a eso hay que descontarle 75 mil por la vivienda.
Por eso, el tiempo que dure un cliente en un privado es preciado. Barbie lo sabe y se las ingenia para retener los clientes. Entre más minutos el cliente pase con ella, más dinero recibirá cada quincena.
Otherside11: hello
Joao171078: hi bb
Joao171078: 😉
Joao171078: kisses
Forever2win1st: you like small dick?
Joao171078: u have a sexy body bb
Joao171078: love u
Iwantyousexy: i want it
Barbiequeensxx: il give u info in pvt
Son las 2:40 p.m. y Barbie empieza a desesperarse. Su playlist da paso a «Genesis» de Grimes. De pronto se pone de pie y empieza a bailar con sensualidad. De un jalón se quita el brasier. Se aprieta los pechos y saca la lengua como si fuera a morderlos. Luego se sienta en un borde de la cama, abre las piernas, se baja la tanga y muestra su verga un instante, lo suficiente como para complacer el morbo cibernético de los internautas y lanzar el anzuelo. Su show ha surtido efecto, porque de inmediato incrementa el número de usuarios en su chat. Y con ellos las propuestas de todo tipo.
Rajesh777id: open ass please.
Rajesh777id: what is your size?
Bigboy123246: im so hard.
El catálogo de perversiones de sus clientes es tan amplio y variado que haría sonrojar hasta aquellos con la mente más enferma. Entre las peticiones más frecuentes de los internautas está la de defecar en vivo. Hay quienes le preguntan si le gusta tener sexo con niños. Y en una ocasión un cliente le pidió que se hiciera cosquillas en los pies y se riera mientras él se masturbaba.
—Lo que más me piden mis clientes es que yo sea la dominatriz y ellos mis esclavos. Yo en mi vida real soy una niña pasiva, pero en las páginas los manes me buscan para que sea todo lo contrario. Entonces me toca actuar y decirles que me encanta comérmeles el culo y todo. Cosa que no me gusta, pero obvio yo lo hago por la plata. También les gusta mucho los juegos de inodoro. Quieren ver defecar. Son enfermos por eso. Son súper sucios.
Pero de todas estas peticiones hay una que, en su categoría de «Shemale», compone la fantasía más apetecida por sus clientes. Esta fantasía no es otra que la de ver una mujer con pene. A diario Barbie le muestra su herramienta miembro a cientos de internautas que con la mano metida dentro del pantalón se masturban como adolescentes desesperados viéndola en la pantallas de sus computadores.
Es por esta razón que las frases que más veces lee al día Barbie en su chat son:
«How many inches?»
Y la segunda:
«Fuck my ass!»
Si creías que las transexuales que trabajan en el mundo del entretenimiento se ganan la vida siendo embestidas por vigorosos sementales, te equivocas. La mayoría de hombres que pagan por los servicios sexuales de una transexual lo que desean no es penetrar, sino ser penetrados. Su fantasía no es otra que ponerse de espaldas en el asiento trasero de un carro parqueado en un callejón oscuro para que una tranie los sodomice.
Manofstrength67: I miss her cock.
Manofstrength67: cock beautiful.
Dickboy666: u have heels u can wear.
Dickboy666: Top or bottom beautiful.
—¿Tus clientes son en su mayoría gays u hombres heterosexuales?
—La verdad todos son muy fingidos. Hay muchos que dicen: «Soy hétero y nunca he hecho esto antes pero me llama la atención. Pero soy curioso. Pero quiero probar. Mi esposa se acaba de ir. Mi novia está durmiendo».
Tanteo el terreno y me aventuro a lanzar una pregunta inevitable.
—¿Te consideras una prepago?
Barbie voltea la cabeza y mira hacia otro lado. Por primera vez en esta entrevista se toma su tiempo antes de responder.
—No.
—¿Tu familia sabes que trabajas como modelo de webcam?
—Sí.
—¿Y que opinan ellos de tu trabajo?
—Mi mamá y en general toda mi familia son muy frescos con el tema– dice mientras posa frente a su webcam como una modelo de Vogue. Es como una diva del futuro abandonada en una polvorienta vereda del pasado.
—¿Crees que muchas transexuales que trabajan como modelos de webcams lo hacen por gusto o por necesidad?
—Muchas lo hacen por necesidad y porque este es un trabajo que ofrece algo cibernético y nada físico. Entonces las que no quieren prostituirse lo ven como una buena opción. Pero hay otras a las que les encanta. Les fascina dar lora y estar allí conectadas. Así y todo yo digo que la mayoría lo hace es por pura necesidad.
Conclusión: la mayoría de tranies que se dedican al sexo virtual lo hacen no porque les guste, sino porque es lo único que hay para ellas. Es eso o pararse en una esquina a vender su cuerpo a borrachos con el hambre atrasada de hembra.
—¿Y tú lo haces por gusto o necesidad?
—Yo lo hago por necesidad. Obviamente si yo no estuviera necesitada de plata no estaría aquí perdiendo mi tiempo.
Y tiempo es precisamente lo que muchas tienen que esperar antes de que un cliente se decida a ingresar a un privado. En el caso de Barbie le ha tomado unos 40 minutos hasta que por fin cae su primer cliente.
—¿Tú puedes ver a tus clientes?
—A los pocos que ponen cámara. Hay muchos que se meten sin foto, sin nada.
En este punto Barbie cierra la puerta, haciéndome un guiño que indica que debo esperarla afuera.
Me siento en un sofá a esperar y me encuentro con Valeria.
—Hola, amor.
Valeria es la modelo superdotada de la que me había hablado Barbie. Tiene la piel morena y un culo enorme que parece fuera a reventar las costuras de su diminuta minifalda, que a propósito con cada paso que da se sube por encima de sus piernas, dejando al descubierto una buena parte de sus nalgas.
—¿Tienes porro?
—No.
Ante mi negativa Valeria me lanza una mirada de reproche, se da la vuelta y se pierde por un pasillo.
Al cabo de media hora, Barbie abre la puerta. Entro y veo que ha vuelto a pescar en ese mar revuelto que es el chat. Le pregunto qué tal estuvo y me dice que bien. Al parecer durante el tiempo que estuve esperándola afuera, le cayeron varios clientes, uno tras otro. Hay que tener dotes histriónicos para simular tantos orgasmos a la vez.
Jimdiamond1991: Can I see your ass?
Snowbound37: hello baby
—En promedio, ¿cuánto puede llegar a durar un privado?
—Un privado puede durar una hora, dos horas o lo mínimo, un segundo. Hay muchos que se meten al privado a ver qué es lo que está pasando y si no les gusta, se salen.
—¿Puedes tener varios privados a la vez?
—Sí, aunque es difícil. Por ejemplo, a veces sucede que un cliente quiere culo y el otro pide verga. Entonces ahí a una le toca hacer magia. Pero siempre hay una regla, el primer cliente es con el que una se queda. Al que más atención le das. Y cuando se va el primero, una se queda con el segundo.
—¿Cuántos ha sido el máximo de privados que has atendido a la vez?
—Por ahí unos cuatro. Yo entro en un trance y pienso que estoy haciendo un performance y doy todo de mí. Los que quieran quedarse que se queden. Porque tantos clientes a la vez no puedo, no soy un pulpo.
—¿Qué es lo que más te gusta de ser modelo webcam?
—Amor, me gusta que es un trabajo donde puedo ganar dinero sin tener que acostarme con nadie y que una puede ser una misma. O sea, te están pagando por tu personalidad y tu estilo. Y por cómo te presentas y cómo tú entretienes a tus clientes, todo eso.
—¿Y lo que menos te gusta?
—Tener que esperar por horas hasta que te entren clientes. Y que a veces ellos no duran y se van y te hacen quitar la ropa para nada.
—¿Crees que este trabajo pueda llegar a afectar tu vida sexual?
—Sí, mira que de tanto vivir eso todos los días, cuando una va a tener relaciones con alguien de verdad como que se le quita un poco la magia.
Son las seis de la tarde. Barbie apaga el computador y se desconecta. En unos minutos otra modelo se sentará en aquel cubículo. Pondrá otra música y otros objetos que harán pensar a los internautas que ese cubículo diminuto es su habitación.
—¿Te gustaría retirarte pronto?
—Sí, la verdad que sí.
—¿A qué te gustaría dedicarte?
—Al arte, yo soy muy creativa. Me gusta mucho coser y diseñar ropa. Tú me entiendes.
Le digo que le veo futuro en el mundo de la moda y ella sonríe y me responde: «gracias amor». La misma frase que musita cada vez que alguien le dice, a modo de piropo, que su voz suena auténticamente femenina.
—Barbie, ¿qué planes tienes para el futuro?
—Amor, quiero salir adelante con mi carrera de diseño, operarme las tetas y ya salirme de esto.
Me despido. Barbie me da un beso en la mejilla y de paso aprovecha para lanzarme el golpe.
—Amor, tu me puedes prestar dos mil pesos para comprarme un porrito.
Al día siguiente me conecto. Entro a ImLiife. Barbie está en línea. Algunas modelos miran su webcam con los ojos muertos, como peces encerrados dentro de una pecera. Por un momento me quedo observando todas esas ventanas con personas que simulan masturbarse en sus habitaciones. Con tan solo dar un clic puedes acceder a su intimidad y ordenarles lo que se te ocurra. Basta con ingresar los números de tu tarjeta de crédito e imaginar, por unos minutos, que esa persona que ves en la pantalla de tu computador está realmente excitada contigo, y que la mano que te masturba no es la tuya sino la de esa desconocida que finge tener un orgasmo justo en el momento en que eyaculas. Dejo a un lado mis pensamientos. Entro a Facebook para enviarle un inbox a Barbie y me encuentro con que acaba de actualizar su estado:
«Jajajajaja, los niños que me hacían bullying en el colegio, ahora tienen fantasías sexuales conmigo».